Un agente medioambiental descubre una tubería enterrada que ha quedado destapada en el Campo de Cartagena. Comprueban lo que va por dentro. Es salmuera, el vertido que resulta tras la desalación del agua. Salmuera cargada de nitratos, porque
procede de la desalación de un acuífero contaminado por los abonos del regadío, un vertido de riesgo si acaba en masas de agua como el Mar Menor. De acumularse, puede provocar su eutrofización, la famosa ‘sopa verde’.
Eutrofización. (nom. f.) Proceso por el que los nitratos abonan las algas y el fitoplancton, que se reproducen de forma descontrolada,
impidiendo que la luz llegue al fondo. El agua se torna verdosa y la pradera marina muere.
Deciden taponar la tubería. Se hace una contrata. Cuatro o cinco operarios acuden incluso al lugar con la maquinaria necesaria. Pocos minutos antes de proceder, se recibe una llamada. El jefe de obra les dice que paren, que la
llamada es de presidencia (de la Confederación Hidrográfica del Segura). Se suspende la operación. El agente medioambiental habla con un compañero que le comenta que, cuando entró a trabajar a la Confederación, el comisario le dijo “que
dejara estar el tema de las desaladoras”. (Declaración como testigo del agente medioambiental 1932 en el caso Topillo, a la que ha tenido acceso DATADISTA.)
Lo que han descubierto es solo un roto que deja ver una parte mínima de lo que hay bajo el suelo. “El tema de las desaladoras” es para entonces un problema de cientos de instalaciones ilegales y una tupida red de canalizaciones
subterráneas que llevan sus vertidos al alcantarillado, a las ramblas y de ahí al Mar Menor o a los acuíferos.
Ese mismo año, al sur del Campo de Cartagena, las explotaciones agrícolas operan su última gran transformación. En 2011 desaparecen por completo las antiguas estructuras, los bancales del secano y el cultivo en terrazas, pensado
para retener el agua en una zona de gran escasez hídrica, se ponen en cultivo áreas forestales, se cambia la orografía del terreno, se cultiva a favor de la pendiente para que el agua no quede retenida y pudra las raíces de la
planta.
Cuando llegan las lluvias, el agua discurre rápida y libre hacia el Mar Menor, arrastrando los nitratos de los abonos. Urbanizaciones como Mar de Cristal
quedan rápidamente anegadas.
Junto a la carretera, aparece una inmensa tubería que nadie ha visto instalar, de la que nadie es propietario, de la que no consiguen responsabilizar a nadie. Los agentes del Seprona que la inspeccionan declaran que no
tienen duda: es un canal pensado para recoger el agua entre las plantaciones y que la lleva directamente al Mar Menor. (Documentación de las diligencias de investigación por las inundaciones de las urbanizaciones Mar de
Cristal y Playa Honda, a las que ha tenido acceso DATADISTA).
Las aguas del Mar Menor se convierten durante unos meses en sopa verde. El gobierno de la Región de Murcia y la Confederación Hidrográfica del Segura (CHS) se apresuran a tomar medidas para detener los vertidos a la laguna.
Gota fría. Las cifras de la catástrofe en el sureste español los días 12 y 13 de septiembre quedarán durante mucho tiempo en la memoria colectiva. Ocho muertos, cerca de 800 personas rescatadas del interior de sus vehículos o de
sus casas anegadas entre Murcia y Alicante, 1.300 militares desplegados en una acción conjunta del Ejército por tierra, mar y aire sin precedentes cercanos. Bomberos, cruz roja, policía. Quedarán las imágenes. Vehículos a la
deriva, personas aferradas a un árbol para no verse arrastradas por la corriente, cataratas saliendo del interior de las viviendas, calles convertidas en canales; sillas, estanterías, cajas, libros, vidas privadas improvisando una
trinchera en el margen de los caminos. Cosechas perdidas.
Hay una imagen que no han recogido las cámaras. Otro desastre que lleva décadas gestándose en el Mar Menor y bajo el Campo de Cartagena. Los
datos de seguimiento publicados por la Comunidad Autónoma muestran el empeoramiento de los niveles de oxígeno y aumento de la clorofila desde este verano. Las lluvias torrenciales del 13 de septiembre de 2019 han agravado la
situación.
NOTA: El 12 de octubre de 2019, horas después de la publicación de esta investigación, las orillas de la playa de Villananitos, en el Mar Menor, empezaron a llenarse de peces y crustáceos moribundos en busca de oxígeno. Los peores augurios, a los que ya apuntaban los parámetros observados en verano, se cumplieron.
Esta es la historia de cómo se dejó que el regadío intensivo afectase al Mar Menor, la mayor laguna salada del Mediterráneo occidental, protegida por numerosas figuras legales y fuertemente presionada ya por el
desarrollo desbocado del
ladrillo y el turismo.
Un mar de aguas transparentes y alta salinidad, refugio de peces, tortugas y caballitos de mar, cuyas aguas ya se habían visto afectadas por la entrada de caudal del Mediterráneo tras dragarse el canal del
Estacio para que pasasen barcos de mayor calado.
Cómo el empeño en promover un sector económico basado en el agua, a pesar de no darse las condiciones hídricas necesarias, y el incumplimiento por parte de las administraciones de su deber llevó a un
desastre medioambiental y tiene imputados a ex responsables políticos, agricultores y grandes empresas de regadío por daños al medio ambiente y/o prevaricación.
La sobreexplotación y la contaminación por nitratos del agua subterránea, a pesar de que Europa obliga a protegerla por ser la futura fuente de abastecimiento de la población cuando la
crisis climática arrecie y las sequías se hagan cada vez más largas.
La historia de un inmensa obra de ingeniería civil que acaba de cumplir 40 años, el trasvase Tajo-Segura, cuyas expectativas de envío de agua se quedaron de media en menos de la mitad y han servido para ocultar el verdadero
origen mayoritario del riego: las aguas subterráneas.
El incumplimiento de la ley por la Confederación Hidrográfica, cuyo deber era elaborar un plan para reducir la sobreexplotación de los acuíferos.
-13000 hm³
Reducción estimada de las reservas de agua subterránea de los acuíferos de la Cuenca del Segura por sobreexplotación. Equivalentes a 32,5 años del caudal máximo del trasvase para riego.
1987
Año en que se debieron iniciar los planes de ordenación para reducir la extracción de agua subterránea.
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La historia de una Administración que tiene perfectamente controlado el destino del agua del Trasvase, a través de las comunidades de regantes, pero que no tiene ningún control sobre el número de pozos
abiertos ni el volumen de agua extraída. Calcula que pueden ser el doble de los que tiene registrados pero promovió durante las sequías la apertura de nuevos sondeos, que se siguieron utilizando durante años una vez
terminado el periodo de escasez de agua.
Todos los atajos legales creados para regularizar el regadío intensivo, después de dejarlo crecer durante años sin agua a la vista que lo justificase.
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Cómo se permitió la extracción de agua de acuíferos contaminados por los nitratos de los abonos, poniendo sus aguas en circulación, a pesar de saber que eran aguas salobres que necesitaban un proceso de desalación que iba a generar un vertido cargado de esos nitratos. Cómo los pozos se perforaron de forma inadecuada, sin cementar el paso por los acuíferos contaminados, lo que provocó que la contaminación se transmitiese a los acuíferos inferiores.
Contaminación cruzada de acuíferos
Y cómo los abonos nitrogenados arrastrados por las aguas de riego y las lluvias torrenciales, los vertidos de la desalación y la comunicación entre los acuíferos y el Mar Menor fue cargando de nitratos la laguna.
300.000 toneladas
de nitratos se estima que hay acumuladas en el acuífero del Campo de Cartagena según el Análisis de soluciones para el objetivo de vertido cero del Ministerio de Medio Ambiente (2018).
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La historia de cómo se alentó y luego permitió que cientos de máquinas desaladoras privadas, instaladas para hacer apta para el riego el agua salobre de los acuíferos, proliferasen durante años de forma
ilegal,
pese a conocer que su rechazo de salmuera y nitratos acababa en el Mar Menor y pese a tener un listado con su localización guardado en un cajón.
Se dieron decenas de autorizaciones de usos de desaladoras con la condición de que los vertidos se enviasen a un canal público y una planta de tratamiento de las aguas pero dejó la infraestructura a medias,
contribuyendo a multiplicar el daño.
Y cuando, durante unos meses de 2016, el Mar Menor se convirtió en sopa verde y desapareció el 80% de la pradera marina, se apresuraron a clausurar los canales públicos. Fue preciso enviar antidisturbios para hacer frente a los regantes, que vieron cómo les cegaban el canal de vertidos y les prohibían de repente sacar el agua de donde les habían dejado extraerla durante años.
Esta es la historia de una enorme chapuza que ha derivado en un mundo bajo el suelo de inmensas instalaciones ilegales, túneles y conductos que hoy sigue creciendo. Hasta la Guardia Civil está impresionada del grado de sofisticación alcanzado para ocultar las instalaciones.
Esta es la historia de cómo las máquinas destruyeron los históricos bancales y terrazas, y se modificó la orografía del terreno para hacer explotaciones cada vez de mayor tamaño y a favor de pendiente,
favoreciendo la escorrentía del agua cargada de abonos hacia el Mar Menor.
Del bancal al regadío industrial
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De quién está detrás de las grandes explotaciones agrícolas, cómo ha cambiado el modelo hasta convertir el Campo de Cartagena en una inmensa máquina de producción, el alto endeudamiento de las
plantaciones por crecer rápido, del dinero que mueve el regadío intensivo y cuánto va a costar mitigar sus daños.
La gota Malaya
Y cómo hasta el Estado, cuando tuvo que hacerse cargo de una de las grandes explotaciones, lo hizo al margen de la ley, contribuyendo a dañar el Mar Menor. Se trata de la mayor finca incautada en España al cerebro de la
trama urbanística de Marbella, Juan Antonio Roca, que quedó en manos de un administrador concursal hasta que fue vendida por mucho menos de lo estimado por los problemas con el agua. La empresa que gestionaba la finca
está entre las imputadas en el caso Topillo.
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647 millones
Presupuesto previsto en el plan de vertidos cero al Mar Menor que tendrá que sufragar las administraciones y que incluye la reducción de nitratos de los acuíferos.
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Las organizaciones ecologistas ANSE y WWF e investigadores de la Universidad de Murcia y Alicante han constatado en la última semana de septiembre de 2019 episodios de falta de oxígeno generalizado a partir de 5
metros de profundidad.
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