Un pequeño viaje en el tiempo. Mire al fondo. Fíjese en esa montaña, algo más baja que el resto, con la playa a sus pies. Hoy no podría verla. Allí reposa el gigantesco hotel de El Algarrobico, que no es la primera edificación levantada junto al río Alías, aunque sí la más resistente. En 1962 se levantó al lado toda una ciudad, un reducto de casas blancas construido en días y del que meses después ya no quedaba nada: Áqaba.
Los Planos Mutantes
La playa de El Algarrobico fue incluida en el Parque Natural del Cabo de Gata-Níjar en 1994 y protegida con la calificación de suelo no urbanizable. Hasta que una mano misteriosa hizo llegar a los lugares adecuados un plano modificado. Pensaban que nadie se daría cuenta.
↓Eran tiempos en los que el municipio de Carboneras era aún un lugar aislado, como lo había estado durante siglos por la orografía de origen volcánico que ha hecho del Cabo de Gata un desierto plegado junto al mar. Carboneras es el sitio donde, en tiempos de los piratas berberiscos, ni por el mejor salario querían ir los vigilantes de la costa a ocupar las torres vigía porque, aunque diesen la voz de alarma, allí no le daba tiempo a llegar a nadie.
El pueblecico, dicen hoy todavía algunos con tal de evitar pronunciar el nombre, llevados por leyendas que van cambiando según a quién se pregunte. La más acertada parece ser la del cura de Carboneras que transportaba a enfermos de lepra por la provincia y cuya llegada se consideraba mal fario.
Aislamiento. Mala suerte. Hasta que llegó Lawrence de Arabia.
Áqaba se construyó en pocos días. Aquel año llovió mucho y tuvieron que levantar varias veces las estructuras de madera y cartón para que pudiera rodarse la película de David Lean. Doble alegría para el pueblo. Cada jornal era una fiesta.
"Los pocos jornales que había entonces se pagaban a 50 pesetas y, de sopetón, cuando llegó Lawrence de Arabia, te pagaban a 100 pesetas, el doble, y además te pagaban todos los días", contaba Francisco Alarcón Vicente (fallecido en febrero de 2019), a quien todo el mundo conocía como Paco ‘el Molinero’ porque fue el último que se dedicó al oficio en el municipio almeriense.
Paco tenía 14 años cuando se rodó la película. Iba con la bicicleta a llevarle comida a su padre, que "ganó una fortuna porque era encofrador (entonces el oficio de molinero y el de carpintero se compaginaban por ser estos últimos quienes sabían hacer las ruedas del molino) y a ellos les pagaban 200 pesetas" al día por construir Áqaba.
"Se vararon los barcos, abandonaron la pesca, abandonaron los campos y todo el mundo a la película".
La necesidad se hizo picaresca. Cuenta el historiador y profesor de secundaria Andrés Hernández en su libro Carboneras: su verdad que, "a lo largo del río Alías, había varios puntos de contratación de extras, así que algunos paisanos, una vez contratados, hacían caso omiso a las indicaciones que les daban para provocar su despido, cobrar y dirigirse rápidamente a otro lugar que demandaba figurantes, consiguiendo obtener con esta táctica dos o tres sueldos en el mismo día".
El pueblo dijo sí a la película y luego a la cementera y a la central térmica. Pueblos pobres que dan la bienvenida al capital, varan los barcos si es una película, aceptan una cementera que se vaya comiendo la montaña o una central térmica si trae inversión y trabajo. El hecho es que Carboneras ya no era un municipio aislado cuando en 1987 se dibujaron los planos para levantar un gigantesco hotel en la playa de El Algarrobico.
LA ORILLA DEL MAR ES DE TODOS
Esos planes deberían haber durado muy poco. El 15 de febrero de 1988, el Ayuntamiento de Carboneras recibió un informe, preceptivo y vinculante, del director general de Costas en el que, en previsión de la nueva Ley de Costas que estaba a punto de aprobarse, le instaba a que la edificación prevista en la playa de El Algarrobico se situase "a cien metros contados a partir de la zona marítimo-terrestre" (Expediente administrativo del Plan Parcial del sector de El Algarrobico). Esa zona iba a pasar a ser dominio público.
En lugar de hacer caso, el Ayuntamiento aceleró. Aprobó el Plan Parcial de la promotora Río Alías y lo llevó a la Comisión Provincial de Urbanismo, dependiente de la Junta de Andalucía, que también lo aprobó.
El plan no era construir un único hotel. Los planos demuestran que la intención era construir varios hoteles y zonas residenciales.
El 29 de julio de 1988, el BOE publicó la Ley de Costas. ¿Llegó tarde para la playa de El Algarrobico? En absoluto.
Consciente de cómo acelera el ladrillo cuando sabe que las leyes van a ponerle límites, el Gobierno no solo avisó con tiempo a quienes preveían construir junto a la orilla del mar. La Ley nació con carácter retroactivo. Incluso en los terrenos que contasen "con Plan Parcial aprobado definitivamente", si este se había aprobado "con posterioridad al 1 de enero de 1988 y antes de la entrada en vigor de esta Ley", debían "ser revisados para adaptarlos a sus disposiciones, siempre que no se diese lugar a indemnización".
No había ni una máquina en el horizonte en la Playa de El Algarrobico. Quedaban trece años para que se pidiese la licencia de obras del hotel. Quince para que se concediese. Seis para que la promotora del hotel comprase el terreno a quienes eran sus propietarios en ese momento. No había a quién indemnizar.
Revisar el Plan era lo más sencillo y lo más barato para los bolsillos públicos.
No se hizo así. Los planes se metieron en un cajón porque la crisis económica obligó a congelarlos pero no se modificaron.
EL CAMBIAZO
El 22 de diciembre de 1994, la protección de los terrenos de la playa de El Algarrobico se incrementó de forma exponencial. Quien tuviese pensado poner un ladrillo junto al río Alías debería habérselo quitado de la cabeza. El Plan de Ordenación de los Recursos Naturales (PORN) que aprobó la Junta de Andalucía ese año ampliaba los terrenos del Parque Natural del Cabo de Gata-Níjar incluyendo gran parte de Carboneras.
La playa de El Algarrobico ya no solo tenía protegidos los cien primeros metros junto a la orilla por la Ley de Costas, sino que pasaba a integrarse en el Parque y su suelo era clasificado como C1, es decir, al margen de grúas y ladrillos, no urbanizable. Así se publicó en el Boletín Oficial de la Junta de Andalucía.
Era el único plano oficial. El que conocía Mario Sanz, el farero de Mesa Roldán, y José Ignacio Domínguez, abogado, ex piloto, propietario de una casa en Agua Amarga, municipio vecino de Carboneras, y quien años después lograría tumbar, al menos en los tribunales, El Algarrobico. El que habría conocido cualquiera que hubiera consultado los documentos públicos sobre el Parque.
Cómo iban a saber que existía otro plano que alguien había hecho llegar a las manos adecuadas años antes.
Uno modificado sin expediente, sin tramite de audiencia, sin información y consulta públicas, como obliga la ley y que nunca había aparecido en el Boletín Oficial de la Junta de Andalucía.
Un plano donde la marca C1 de la playa de El Algarrobico había sido borrada y sustituida por una D2, convirtiendo en la oscuridad en urbanizables unos terrenos que oficialmente estaban protegidos.
En el año 2003, Mario Sanz, que además del faro de Mesa Roldán está encargado del faro de Garrucha, vio al pasar "máquinas que empezaban a trabajar" en la zona de El Algarrobico.
La Ley de Costas había protegido desde 1988 y hasta entonces esa playa. De ello ha quedado constancia una y otra vez en los boletines oficiales. En octubre de 1993, la Dirección General de Costas, dependiente del Ministerio de Medio Ambiente, abrió un expediente a una empresa que estaba construyendo una “discoteca y un chiringuito” en la “playa del Algarrobico”, decretando la “inmediata paralización provisional de las obras”. La norma aplicada: la Ley de Costas de 1988. A Juan A.O. le cayó una multa de 20.000 pesetas por acampar el 4 de junio de 1994 “con remolque habitable rulot ocupada por tres personas en la playa conocida como el Algarrobico”. Norma aplicada: la Ley de Costas de 1988. La Ley protegía la playa y el Plan del Parque Natural, desde 1994, también.
Y de repente, aparecieron máquinas en la playa de El Algarrobico, en pleno Parque. La Asociación de Amigos del Parque del Cabo de Gata-Níjar llamó al Seprona (Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil) para que hablasen con la Dirección del Parque. Llamaron a todas partes para saber qué estaba pasando. Al Ayuntamiento de Carboneras (PSOE), a la Consejería de Medio Ambiente de la Junta (PSOE), a Costas, dependiente del Ministerio de Medio Ambiente (PP). Al cabo de unos meses empezaron a recibir respuestas. La primera, del Seprona.
Aquello no cuadraba con los planos oficiales, con lo publicado en el Boletín Oficial de la Junta de Andalucía, con las normas en vigor. Y, sin embargo, todas las administraciones, de uno y otro signo, les aseguraban que todo era correcto, que el Algarrobico tenía permisos anteriores para poder construir, que las modificaciones que se habían producido dentro del Parque Natural no afectaban a ese suelo. Todo ello a pesar de que la modificación de 1994, a cambio de una mayor protección de terreno, animó a construir en municipios cercanos como San José o Agua Amarga.
Precisamente desde su casa de Agua Amarga, José Ignacio Domínguez, abogado, también había visto el movimiento de máquinas en la playa de El Algarrobico. Tenía los planos oficiales, sabía que era suelo protegido. Y tampoco dudó en pedir explicaciones.
El proyecto del Parque Natural partió de la Junta de Andalucía y no tardó en sufrir el rechazo de municipios, alcaldes y vecinos a quienes nadie había consultado a la hora de ampliar la zona protegida, reconocen en la propia asociación Amigos del Parque.
Gente que tenía cultivos antes de que su suelo pasara a formar parte del Parque de repente se vieron afectados por fuertes limitaciones y riesgo de multas mientras junto a ellos se permitía proliferar plantaciones o construir en terreno que se había decidido que no estaba protegido.
Cuando empezaron los movimientos de tierras y supieron de los planes urbanizadores, la Asociación decidió acudir al Ayuntamiento de Carboneras para pedir el proyecto y realizar alegaciones. No hubo suerte. En contra de todo concepto de lo que es información pública quisieron cobrarles por la documentación una cantidad que no podían afrontar.
Los ecologistas de Amigos del Parque decidieron denunciar lo que estaba ocurriendo por la vía penal desde que se iniciaron las obras, aunque los que critican su actuación aseguren que no actuaron hasta que el hotel ya estaba muy avanzado. No es cierto. Lo que ocurrió es que esa vía no funcionó.
Los juzgados de lo penal archivaron rápidamente las denuncias.
Pero al menos esa acción sirvió para conocer que había habido un cambio en el plano y cuándo había tenido lugar: 1997. No sería la primera vez que el caso de El Algarrobico llegaba a los juzgados de lo penal.
Era complicado intuir por los papeles oficiales lo que se planeaba para la playa de El Algarrobico. Siguiendo las huellas de las empresas Río Alías y Parque Club el Algarrobico, dueñas hasta 1998 de los terrenos, cualquiera habría pensado que lo que querían instalar era un camping. La autorización que solicitaron al Ministerio de Medio Ambiente en noviembre de 1997 era para llevar agua al futuro Camping Mar Divina. La ayuda por 52,6 millones de pesetas (316.000 euros) que les concedió la Junta de Andalucía unos meses después fue de nuevo para "la construcción de un camping de primera categoría en el Parque Natural de Cabo de Gata".
Un momento. ¿Y la Ley de Costas?
Tan solo unos meses después del cambio de los planos del Parque, la empresa que iba a construir el hotel, Azata, que aún no era dueña de los terrenos, preguntó al Servicio Provincial de Costas si el suelo estaba afectado por la Ley de 1988. La respuesta fue que sí. El 3 de marzo de 1998, el representante de Azata del Sol y el arquitecto del hotel recibieron por escrito la notificación de que "la servidumbre de protección" de ese suelo "tenía un ancho de cien metros", explicaría la sentencia del juez Rivera.
Tres años después, Azata, que ya había comprado los terrenos, consiguió que en la nota simple de la propiedad figurase un apunte del jefe del Servicio Provincial de Costas de Almería, es decir, del Ministerio de Medio Ambiente, que dijese todo lo contrario. Los suelos "no invaden el dominio público marítimo terrestre". No era un año cualquiera. 2001 fue el año en que Azata pidió la licencia de obras al Ayuntamiento de Carboneras.
En el contrato de compraventa de los terrenos, se incluyó otra falsedad. En la cláusula quinta se recogió: "Las partes vendedoras hacen constar que las fincas objeto de esta escritura no están enclavadas dentro del Parque Natural del Cabo de Gata-Níjar, no existiendo limitación alguna que impida el desarrollo de las Normas Subsidiarias del Planeamiento de Carboneras y del Plan Parcial que lo ordena". Con este apunte se pretendió esquivar la obligación de la Junta de Andalucía de ejercer el derecho de tanteo en los procesos de compraventa de suelos protegidos medioambientalmente, algo absurdo si se tiene en cuenta que la Junta era accionista de uno de los vendedores del terreno por lo que no es posible creer que desconociese la operación.
Todo parecía listo para construir sin problemas. Salvo que algún ciudadano y/o Asociación decidiera pasarse años peleando en los tribunales contra la edificación.
Y ocurrió. La vía penal no había funcionado pero había otra vía. La que terminó siendo la mejor opción: acudir a los tribunales de lo contencioso-administrativo en lugar de por lo penal. Esa es la que eligió José Ignacio Domínguez junto a Salvemos Mojácar, Ecologistas en Acción y más tarde Greenpeace.
¿Qué alegó ante el juez la Junta de Andalucía para explicar lo que había ocurrido con los planos?
Que la cartografía del PORN, “debido a las reducidas dimensiones del Boletín Oficial, resulta de difícil legibilidad, no permitiendo concluir con certeza la zonificación correspondiente al ámbito geográfico de referencia”, la playa de El Algarrobico. Por eso, añadió, “la Consejería de Medio Ambiente, advertido error en la zonificación del Parque Natural procedió a su rectificación por vía de hecho”.
El juez Jesús Rivera no solo no creyó las explicaciones de la Junta sobre el cambio de los planos. Su sentencia de 2008, dos años después de haber paralizado la construcción del hotel y que determinó que la licencia de obras del hotel de El Algarrobico era ilegal, dedicó duras palabras al cambio de los planos y a las intenciones detrás de dichos cambios. Y no solo eso.
El juez Rivera intuyó en la actuación del Ayuntamiento de Carboneras y de la Junta de Andalucía indicios de delitos de prevaricación.
Por eso, envió el asunto a la Fiscalía para que hicieran actuaciones por la vía penal. La consecuencia fue el archivo en esa vía. Cuando el Fiscal General del Estado Cándido Conde Pumpido pidió que se reabriera el caso años después, los posibles delitos habían prescrito.
Estas son algunas de las afirmaciones de la sentencia del juez Rivera:
(...) "inaceptable e inviable —desde el punto de vista jurídico— modificación por la vía de hecho de un plano aprobado oficialmente"
(...) "se pretende cobijar bajo la mera afirmación,
huérfana de la más mínima motivación, de que se produjo un error en la Cartografía"
(...) "con la invocación de un error, corregido por la vía de hecho –con inobservancia del procedimiento legalmente establecido- y con la falsa e insólita aseveración de que la Cartografía del PORN, "...debido a las reducidas dimensiones del Boletín Oficial, resulta de difícil legibilidad, no permitiendo concluir con certeza la zonificación correspondiente (...)" se desubican esos terrenos pasando, en virtud de tan reprochables métodos, de la subzona C1, incompatible con el uso urbanístico, a la subzona D2, adaptando así el PORN a las Normas Subsidiarias de Carboneras y, con adminículo de tamaña mutación, dotando de apariencia de legalidad lo que es manifiestamente ilegal".
(...) "Más, ese fútil y endeble argumento no repara, por un lado en que, con una simple operación de sucesivas ampliaciones de la página 13.708 del BOJA núm. 203, de 22 de diciembre de 1994, se obtiene, sin ningún género de duda, la localización de la parcela donde se desarrollan las obras del Hotel Azata del Sol, íntegramente en la subzona C1".
“La abulia y la desidia de la Corporación Local demandada y de la Junta de Andalucía en la defensa del interés general (…) así como la anuente conducta del ente autonómico con esas vulneraciones del ordenamiento jurídico, que se concretó en la burda maniobra de sustituir la planimetría del PORN oficialmente publicada por otra (…) permitiendo de esta guisa la construcción de un hotel en suelo de especial protección
presentan… los caracteres de los delitos de prevaricación administrativa y contra la ordenación del territorio, definidos y sancionados en el vigente Código Penal, por lo que procede deducir testimonio de las presentes actuaciones y remitirlas al Ministerio Fiscal”.
Aquella sentencia del juez Jesús Rivera fue la primera de muchas. La constructora Azata, sus filiales Azata del Sol y Azata Patrimonio, el Ayuntamiento de Carboneras y la Junta de Andalucía (esta última con un comportamiento bipolar) han recurrido y vuelto a recurrir ante los tribunales las sentencias contrarias a la construcción del hotel. La Junta hizo un segundo intento de mantener vivo El Algarrobico cuando fue obligada a devolver la clasificación C1, es decir, la protección de 1994, a los suelos donde se asienta hotel. En lugar de esa clasificación puso C3, una figura intermedia que habría permitido sobrevivir al hotel. Ese intento, tumbado por la justicia también, ha dilatado durante años la solución a la construcción ilegal.
El Supremo tampoco ha ahorrado calificativos al referirse en sus diversas sentencias a la actitud de la Junta con los planos. Aquí, un ejemplo.
“La planificación urbanística de Carboneras debió someterse al prioritario criterio zonificador del PORN, conforme a la planimetría publicada en 1994, sin que pueda aceptarse que por un mecanismo tan burdo como una mera corrección de errores se cambie la protección de un sector, pasando de especial protección a urbanizable, lo que más bien parece haber sido una triquiñuela para hacer jugar a la inversa la jerarquización de los planeamientos urbanísticos y medio ambientales”.
Las consecuencias de la “burda maniobra”, la “triquiñuela” han sido nulas para los responsables del cambio de planos. Alguien tuvo que modificarlo y nadie ha pagado por ello, decía Salvador Hernández, el alcalde del partido independiente GICAR que sustituyó en 2011 al que había sido uno de los principales promotores de El Algarrobico, el socialista Cristóbal Fernández.
Donde sí puede llegar a sentirse el amaño es en el bolsillo de los ciudadanos, que podrían ser quienes finalmente tengan que indemnizar a la constructora. Otras muchas fueron las irregularidades que rodean al hotel de El Algarrobico. Un indulto exprés, un cambio de competencias de la Junta, una licencia muy, muy barata.
CAPÍTULO I
Los planos mutantes
La playa de El Algarrobico fue incluida en el Parque Natural del Cabo de Gata-Níjar en 1994 y protegida con la calificación de suelo no urbanizable.
CAPÍTULO II
Un indulto exprés
El alcalde de Carboneras y su hermana ofrecieron trabajo y mejoras de sueldo a cambio de votos. No pensaban que un conserje declararía en su contra.
CAPÍTULO III
Licencia gratis, oiga
Con los planos modificados, el PSOE de vuelta y los terrenos vendidos a Azata, solo faltaba la licencia de obras para la construcción del hotel.
CAPÍTULO IV
El ¿problema? del paro
El argumento del desempleo se usó una y otra vez para defender El Algarrobico. No solo las cifras desmontaban esa idea, también el paisaje de Carboneras.
CAPÍTULO V
Las mentiras a Europa
Un año antes de que el juez Rivera paralizase el hotel, el Gobierno de Zapatero recibió carta y visita de la Comisión Europea.
CAPÍTULO VI
Por qué sigue allí
El Supremo obligó al Ayuntamiento a desclasificar el suelo. Se inició el trámite pero no se terminó. El suelo sigue a nombre de la promotora.