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MEDIOAMBIENTE

Todos los culpables del desastre de Doñana

Fincas cedidas por las administraciones públicas para cultivar fruto rojo, fincas privadas con canalizaciones kilométricas que desviaron los cauces causando un enorme daño y el arranque sistemático de árboles para plantar regadío completamente ilegal fueron esquilmando el acuífero. Numerosos documentos demuestran que se sabía, pero ni la CHG actuó declarando el acuífero sobreexplotado ni se tramitaron los expedientes con celeridad. Sobre el terreno, acoso a los guardas y en las Administraciones de uno y otro signo, una práctica habitual en España: primero permisividad y luego regularizar lo ilegal.

Fincas públicas cedidas, fincas privadas con canalizaciones kilométricas que desviaron los cauces sin que se actuase y el arranque sistemático de árboles para plantar regadío completamente ilegal fueron esquilmando el acuífero. Los documentos muestran que el daño se conocía pero se dejó hacer con competencias de ida y vuelta, administraciones de uno y otro signo miraron a otro lado con un objetivo final común: regularizar lo ilegal.

ANA TUDELA Y ANTONIO DELGADO
16 DE ABRIL DE 2023
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La laguna permamente de Santa Olalla en Doñana seca el 22 de septiembre de 2022 | DATADISTA

Avanzaba el año 2009. El jefe de aguas subterráneas de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, que llevaba trabajando en el organismo de cuenca desde los años ochenta, observó alarmado que los niveles del agua del acuífero de Doñana, el acuífero 27, seguían bajando. Llevaban “empeorando progresivamente año tras año” pero lo relevante es que “ese año concreto las lluvias fueron muy abundantes” y, sin embargo, al comparar los datos “con los de 1995, que fue un año de una sequía brutal”, la situación no mejoraba. “Los descensos no eran puntuales sino de forma continuada. Cada año era peor que el anterior. La situación no era sostenible. Había que tomar medidas. La causa era la extracción de agua” y fundamentalmente “las extracciones para uso agrícola”. Así lo declaró en el juicio de la finca de Matalagrana en Almonte, celebrado en 2021, diez años después de iniciarse la instrucción.

En Doñana, añadió, “hay una red de piezómetros (sensores que miden el nivel freático de los acuíferos) tan grande como la del resto de la Confederación” y esa red mostraba “descensos sostenidos y continuados desde 1980 hasta 2020. Antes de 2003, las aguas del arroyo de la Rocina eran surgentes (brotaban en la superficie). Entre 2003 y 2009, solo lo fueron tres años. A partir de 2009”, aquel año tan húmedo, “nunca volvieron a serlo. Y desde entonces sigue empeorando”.

El caso Matalagrana se hizo famoso porque dos exalcaldes de Almonte, uno del PSOE y otro del PP, y 13 empresarios agrícolas fueron investigados, unos por presuntamente permitir y otros por presuntamente perpetrar la extracción sin permiso de agua del acuífero de Doñana para regar en invernaderos levantados en terreno público que la Junta les había cedido. Los exalcaldes formaban parte de las reuniones del Consejo de Participación de Doñana. Conocían la situación del acuífero.

La pieza principal de la causa sumó 3.500 folios. El juicio se cerró con la absolución de los 15 investigados. En marzo de 2023, la Audiencia Provincial de Huelva ha confirmado dicha absolución. Teniendo el respaldo público, no se pudo acreditar que en algún momento los agricultores considerasen que hacían algo ilegal, más bien se consideró que la situación de irregularidad se debía al caos burocrático. No habiendo delito, no podía existir la complicidad de los alcaldes, concluyó la sentencia. Aunque la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG) expedientó a los agricultores en 2006, cuando llevaban diez años cultivando, y les denegó en un primer momento las autorizaciones para extraer agua, nunca precintó los pozos y acabó autorizándolos en 2020.

Imágenes del Parque Nacional de Doñana y de parcelas de regadío en la Corona Norte en septiembre de 2022 | DATADISTA

Matalagrana es una de las fincas que mayor impacto ha tenido en la situación del acuífero de Doñana. “La zona de Matalagrana está próxima al arroyo de La Rocina”, declaró el ex jefe de aguas subterráneas de la CHG en el juicio citado, “que es un enclave de alto valor ecológico”.

Cerca de dicha finca, los dueños de otra finca, Los Mimbrales, 922 hectáreas de terreno y una concesión hídrica de las más altas de la zona (6,8 hm3/año), habían ido tendiendo canalizaciones para desviar el cauce del agua, una práctica altamente dañina también para el acuífero. La finca Los Mimbrales fue adquirida por el Estado por 50 millones de euros en tiempos del Gobierno de Mariano Rajoy como único modo aparentemente de poner freno al daño. El alto precio pagado ha servido a la CHG para considerar inviable por su coste la compra de más tierras en regadío para proteger Doñana, una postura que ha cambiado con la llegada de los fondos europeos NextGeneration. Paga Europa. Según los documentos de Tercer Ciclo de la CHG, “la implantación agrícola de Los Mimbrales dio lugar a una profunda alteración y modificación del sistema hidrográfico en las superficies ahora agrícolas, originando una grave perturbación en la hidrología del Parque Nacional de Doñana, al crear una amplia red de canales artificiales de drenaje, de unos 30 kilómetros, que sustituyen a la red de drenaje natural”. Dice la CHG que “los efectos sobre la hidrología» del cese de la actividad agrícola de la finca han sido inmediatos y muy beneficiosos, como se refleja en los análisis piezométricos”. Más claro, agua.

Algunas de las principales causas del daño al acuífero y con ello al Parque Nacional de Doñana han estado perfectamente localizadas: Matalagrana, Los Mimbrales, la finca de Los Hatos, Los Caracoles pero ese daño está muy lejos de limitarse a proyectos públicos, publicitados y promovidos por las administraciones; a grandes fincas de regadío legal o la inmensa mayoría de fincas también legales históricas o regularizadas a través de comunidades de regantes pero de menor tamaño. En torno al Parque se ha ido extendiendo durante décadas un regadío completamente ilegal.

MAPA: Regadíos en Doñana

Cultivos regados en el ámbito del Plan Especial de ordenación de regadíos en la Corona Norte de Doñana
Cultivos regados fuera de la cartografía oficial de "Suelos Agrícolas Regables" en la Corona Norte de Doñana
Situación de los cultivos regados en la Corona Norte de Doñana en la campaña 2021-2022 analizados por WWF mediante teledetección | Fuente: WWF, MITECO, CHG, IGN y Junta de Andalucía

La mecánica es muy conocida en la zona. Se basa en el arranque sistemático de árboles de zonas forestales para plantar en su lugar fresa en invernadero (luego mora, arándano…) para cuyo riego se han abierto pozos igualmente ilegales, muchos fuera de la vista de los agentes, simulando ser elementos que no son, se han construido balsas, modificado cauces y tendido canalizaciones kilométricas que han ido esquilmando el agua subterránea. Nadie lo paraba. El fruto rojo era (es) altamente rentable. El argumento de la economía y el empleo pesaba por encima de la obligación de proteger Doñana incluso o especialmente para el organismo responsable de la gestión del agua, la CHG.

Los documentos de tercer ciclo de la cuenca, presentados recientemente a Europa, mantienen sorprendentemente parte de esa filosofía. Aunque aboga por revertir la situación a la existente a principios de este siglo, la CHG asegura que cualquier opción de recorte drástico del regadío sería poner en riesgo “una agricultura de alto valor añadido, desarrollada, al menos en una parte, al margen de la planificación, tanto hidrológica como de ordenación del territorio”. Es decir, está reconociendo que es ilegal, pero “principal motor de un conjunto de municipios que suman más de 80.000 habitantes”.

Lo que la CHG pudo hacer antes y no ha hecho

Además de la labor de vigilancia, control y sellado de captaciones irregulares de agua, las confederaciones hidrográficas tienen un potente mecanismo para poner freno al desastre cuando los niveles de los acuíferos bajan de forma continuada, demostrando con ello que el ciclo natural del agua, es decir, el resultado neto de las entradas de agua por las lluvias, filtraciones y drenajes desde masas contiguas menos las salidas por manantiales, ríos o hacia otras masas subterráneas, no logra compensar las extracciones de un acuífero. La ley dice que en ese momento hay que declarar la masa de agua subterránea como sobreexplotada o, como dice la norma actual en un alarde eufemístico, en riesgo de no alcanzar el buen estado cuantitativo.

Esa declaración, que debe pasar por el BOE, activa toda una serie de mecanismos que incluyen formar una comunidad de usuarios de la masa de agua y establecer un régimen de extracciones que sea compatible con la recuperación de los acuíferos. No se pueden dar nuevas concesiones sobre un acuífero sobreexplotado.

A pesar de las evidencias durante décadas sobre lo que estaba ocurriendo, la declaración de sobreexplotación del acuífero de Doñana no tuvo lugar hasta el 24 de agosto de 2020, cuando apareció en el BOE, y se aplicó a solo tres de las cinco masas de agua subterránea en que se divide actualmente el acuífero de Doñana: Almonte, Marismas y La Rocina.

A día de hoy, todavía no se ha formado la comunidad de usuarios, a pesar de que algunos de los regantes lo solicitaron hace tiempo en vista de que ya ven que, si la situación de sequía continúa sin una ordenación de las extracciones, se quedarán sin agua para sus cultivos, como ya ha ocurrido en una parte de los mismos este año. Y todo ello a pesar de que España cuenta ya con una sentencia en contra del Tribunal Superior de Justicia de la Unión Europea, aún sin sanciones, por no cuidar Doñana y sus hábitats de los efectos de las extracciones tanto de la agricultura como del complejo turístico de Matalascañas. Los agricultores con concesiones regularizadas o en tramitación siguen extrayendo agua sin más restricciones que el propio agotamiento del acuífero, que este año ya han sido importantes, aunque reconocen que la CHG les advirtió hace meses que eso en algún momento va a cambiar. Aún no ha ocurrido.

Desde la CHG afirman que ya se han cerrado 220 pozos ilegales en la Corona Norte de Doñana, la mitad de ellos de forma voluntaria por los agricultores. Está previsto que unos 70 se cierren a lo largo del verano y otros 400 están en proceso de tramitación.

Suelos públicos cedidos, expedientes en cajones, cauces desviados, arranque de árboles, guardas acosados: bienvenidos al salvaje reino de la fresa

Matalagrana: extracción de agua promovida por las Administraciones

Como se ha comentado, el uso de agua subterránea junto a Doñana ha tenido para empezar un importante impulso público. El 23 de febrero de 1996, el Instituto Andaluz de Reforma Agraria (IARA), dependiente de la Junta de Andalucía, firmó un acuerdo con el Ayuntamiento de Almonte “para la realización de una experiencia de introducción de Técnicas de Cultivo de Fresa compatible con el Medio Ambiente”. El IARA cedió al Ayuntamiento 45 hectáreas en la finca de Matalagrana que irían creciendo en los siguientes años hasta superar las 200 hectáreas.

La Junta cedía los terrenos al Ayuntamiento, que firmaba convenios con agricultores y empresas agrícolas cediéndoles a su vez las parcelas para el cultivo de fresa, fincas en las que había varios centenares de pozos realizados desde los años setenta pero que habían sido abandonados en su día porque, tras su apertura, ya se comprobó que no había agua suficiente para alimentarlos a todos. Los pozos estaban inscritos en el Registro de Minas y habían sido realizados en los tiempos en los que la ley decía que quien alumbraba un pozo en una tierra de su propiedad era el dueño del agua alumbrada. La ley había ido cambiando pero nadie se había encargado de solicitar la regularización conforme a las nuevas normas. Eran pozos en desuso. Hasta el plan de 1996.

POTAD: la vieja costumbre española de legalizar lo ilegal

España tiene un modo rápido y altamente eficaz de acabar con los regadíos ilegales: legalizarlos. Cambios legales y apaños atados al tiempo transcurrido sin actuar contra lo ilegal han amparado figuras como la del "regadío consolidado" y han permitido regularizar miles de hectáreas incluso junto a ecosistemas tan dañados como Las Tablas de Daimiel, el Mar Menor o Doñana.

En 2003, se aprobaba en Andalucía el Plan de Ordenación del Territorio de Doñana (POTAD). El objetivo era doble: de nuevo, regularizar buena parte de lo ilegal, pero hacerlo a cambio de frenar el robo masivo de agua y el daño a las zonas forestales en el entorno de Doñana. Esto es otro clásico de la política hídrica española. Prometer que esa va a ser la última vez. Para entonces se calculaba que había 2.100 hectáreas de cultivo en monte público regadas por un millar de pozos ilegales en cinco municipios de la comarca El Condado de Huelva (Almonte, Bonares, Rociana del Condado, Moguer y Lucena del Puerto). El POTAD, que entró en vigor en febrero de 2004, declaró zona A la mayor parte del terreno forestal del entorno de Doñana, es decir, prohibía continuar con la práctica de talar los árboles y mucho menos poner cultivos de regadío intensivo en su lugar.

Por otro lado, tener una finca regable no significa tener autorización para usar el agua que se necesita, aunque es un paso previo necesario. Esa pelota que se van pasando las administraciones de uno a otro lado cuando un suelo ni es regable ni tiene concesión de agua para regar alcanza su punto máximo de aberración cuando el desastre ya es evidente y unos acusan a los otros de no cerrar el grifo al regadío ilegal y los otros a los unos de no obligar a revertir a verdadero secano o forestal tierras que se están regando sin ser de regadío.

Efecto llamada al regadío ilegal y la transformación de eucalipto en arándano

A pesar del POTAD, el cultivo del fruto rojo siguió extendiéndose fuera de ordenación en el entorno de Doñana a costa de los árboles y del agua que debía alimentar los acuíferos vitales para el Parque Nacional. No hay cálculos oficiales pero la propia CHG y la Comisión Europea utilizan los realizados por WWF en base a imágenes de satélite por las que concluyeron que el regadío fuera de ordenación añadido tras la aprobación del POTAD ocupa unas 1.600 hectáreas, las que originalmente pretendía regularizar el Gobierno de Juan Manuel Moreno Bonilla en la iniciativa presentada en 2022, antes de la convocatoria anticipada de elecciones, aspiración que ahora asegura haber reducido a la mitad.

Animación donde se muestran -en rojo- las parcelas con cultivos regados fuera de la cartografía oficial de "Suelos Agrícolas Regables" en la Corona Norte de Doñana en la campaña 2021-2022, según el análisis realizado por WWF del crecimiento de regadíos mediante teledetección. | Fuente: WWF, Google Earth

Buena parte de esa transformación tuvo lugar en tierras ocupadas por eucaliptos, árboles de ciclo corto, que es precisamente a la que se dirige una parte de la propuesta llevada al Parlamento andaluz por PP y Vox, que pasa a considerar regables los suelos que estuvieron en su día ocupados por esos árboles, reconociendo con ello que los cultivos de fruto rojo en esos terrenos ni son históricos, por más que así lo asegure la propuesta, ni se regaban antes de 2004.

El Gobierno andaluz, en tiempos del PSOE, reconoció esta realidad expresamente, como puede comprobarse en el Informe de Misión del Parlamento Europeo “a raíz de la visita realizada en España al Parque Nacional de Doñana del 19 al 21 de septiembre de 2018”. En el documento se cita al entonces consejero de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio de Andalucía con el PSOE, José Gregorio Fiscal López, que declaró que, “en cuanto a las 3.000 hectáreas de agricultura ilegal, (…) muchas son de cultivo de eucaliptos que en 2004 pagaban un canon agrícola, pero se dedicaban a cultivos forestales y hoy en día están sembradas de arándanos. ¿Son tierras forestales o agrícolas?”, se preguntaba el propio consejero por el hecho de pagar ese canon agrícola aún tratándose de un cultivo considerado forestal. Lo que parece claro es que no eran tierras de regadío porque el eucalipto no se riega.

En la primera década del presente siglo, el riesgo que amenazaba Doñana era más que conocido y ya hacía tiempo que la vista estaba puesta en otro de los clásicos españoles: cuando falta agua, tráela de otra cuenca. Hormigón. Obras. El objetivo: sustituir agua subterránea por agua superficial para el regadío legal. Para ello se había aprobado en 2008 un primer trasvase de 4,99 hm3/año desde la cuenca del Tinto-Odiel-Piedras. Esos decimales no son casuales, era la cantidad que rozaba por unas gotas el límite de la que se puede aprobar directamente en Consejo de Ministros sin pasar por el Parlamento nacional para intercambiar agua entre cuencas. La idea hecha pública por las administraciones era llegar hasta cuatro veces esa cantidad. Con recursos nuevos llegando de fuera y la promesa de cuadruplicar la cifra, la apertura de pozos sin respaldo legal no se detuvo, los invernaderos siguieron brotando. En 2010, WWF hacía público que después de aprobarse el POTAD calculaban que se habían sumado otras casi 600 hectáreas ilegales en zonas A.

¿Quién debió actuar entonces ante el incremento de tierras en regadío en el entorno de Doñana después de la aprobación del POTAD? Hay un momento clave en esta historia para ese caos administrativo y competencial que caracteriza a la Cuenca del Guadalquivir: 2007.

Competencias de ida y vuelta y caos de las administraciones

Cuando los agricultores que cultivaban en Matalagrana empezaron a recibir expedientes sancionadores en 2006 por no tener los pozos legalizados, se dirigieron a la administración que los enviaba, la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, para regularizarlos. La respuesta fue negativa. No por el agua ni por Doñana, sino porque no eran los dueños de la tierra. Quien tenía que solicitar su regularización era la Junta, propietaria de los terrenos, y no lo había hecho. El Ayuntamiento dijo que era un error, el IARA dijo que era un error, ambos tranquilizaron a los agricultores pero la CHG denegó las autorizaciones en 2007. Las denegó pero no clausuró los pozos. Todo parecía un embrollo administrativo que no iba a tener consecuencias. En cualquier caso, la amenaza eran sanciones leves.

Mientras los papeles se mueven en los despachos a cámara lenta en España, eso cuando se mueven, sobre el terreno se sigue extrayendo agua temporada tras temporada sin descanso.

Y los agricultores de Matalagrana tenían todos los indicios para pensar que su situación sería regularizada. “Es imposible sembrar fresas sin agua”, declaró muchos años después uno de aquellos agricultores en el juicio en referencia al convenio firmado con el Ayuntamiento de Almonte, que era para sembrar fresas.

El 19 de marzo de 2007, la Junta de Andalucía aprobó la reforma del Estatuto de Autonomía de la región. En el artículo 51, quedaba establecido que la Comunidad Autónoma de Andalucía "ostenta competencias exclusivas sobre las aguas de la Cuenca del Guadalquivir que transcurren por su territorio". Andalucía se autoadjudicaba competencias en materia de ordenación de aguas. Estas no serían efectivamente traspasadas hasta el 1 de enero de 2009.

La Junta de Extremadura recurrió ante el Constitucional. Acabaron dándole la razón y las competencias volverían a la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, es decir, al Estado, pero eso no sería hasta finales de 2011, lo que supuso dos cambios de competencias, uno de ida y otro de vuelta. Y aunque los técnicos en muchos casos siguieron siendo los mismos, misma la sede y los asuntos pendientes, en la maraña de expedientes y denuncias acumuladas todo pareció volver a empezar, en parte por los expedientes que se perdieron por el camino, en parte por los que fueron saliendo de los cajones, en parte por la falta de manos para tramitarlos.

Evolución del índice normalizado de agua (NDWI) en Doñana en los meses de abril de 2018 a 2023 | Fuente: Copernicus y elaboración propia
Expedientes en los cajones

Justo antes del nuevo cambio de competencias, la asociación ecologista WWF, harta de ver sus denuncias caer en saco roto, optó por acudir a la Fiscalía de Madrid con su informe sobre la situación en Doñana. En 2011, la Junta de Andalucía, aún con las competencias de agua, empezó a remitir a la Fiscalía de Huelva denuncias específicas, según declararía en su día el Fiscal de Medio Ambiente de Huelva, Alfredo Flores. Las actas de inspección de los agentes medioambientales habían estado metidas en cajas varios años, aseguró Flores en declaraciones a El Mundo.

En 2012, el nuevo presidente de la CHG, a quien ya le habían vuelto las competencias, empezó a recibir “miles de expedientes de la Junta por el tema del agua”, declaró en el juicio de Matalagrana. “Muchos habían prescrito”.

También en 2012 llega a la CHG una petición de informe de la Fiscalía sobre Matalagrana. Una petición similar llega al Ayuntamiento de Almonte, al que se le exige toda la documentación de la finca. Agentes del Seprona (Guardia Civil) comienzan a visitar a los agricultores sobre el terreno para comprobar los pozos y ver si hay contadores. No los hay. Los agricultores colaboran en todo momento, reconocerán los agentes en el juicio. Lo que se encuentran nada tiene que ver con “otras actuaciones realizadas en busca de sondeos en zona forestal y zonas de dominio público”. Los pozos, en este caso, “no están ocultos”, declara otro agente, “ni simulando lo que no son”, como en otras ocasiones.

¿Por qué Matalagrana sí y otros muchos casos flagrantes de irregularidad en la ocupación de terrenos y/o apertura de pozos, no? La denuncia de Matalagrana procede de un agricultor con derechos reconocidos de extracción de agua. En la zona le llaman de todo menos bonito por sus denuncias y porque fue quien acabó vendiendo a muy buen precio a la Administración una de las fincas de mayor extensión y altos derechos de agua. Él mismo declaró a la misión del Parlamento Europeo a Doñana en 2018 que había iniciado denuncias contra el regadío ilegal desde 2005 pero que, ante la presión sufrida, las acabó retirando. Hasta la de Matalagrana. Esa la mantuvo.

El Plan de la Fresa y el riesgo físico de proteger Doñana

En 2014 se aprobó el Plan Especial de Ordenación de las zonas de regadío ubicadas al norte de la corona forestal de Doñana, conocido como Plan de la Fresa, concretando lo que había establecido a grandes rasgos el POTAD. El Plan actúa sobre 64.457 hectáreas, de las que consideró regables 9.340 hectáreas, aquellas que llevasen funcionando como terreno agrícola antes de 2004. Las regularizó. El resto de terreno que no cumpliese esos requisitos y figurase como forestal en la Ley de 1992 quedaba al margen de la regularización. Los agricultores propietarios de 1.600 hectáreas sobre terreno forestal que ni tenían derechos de agua ni podían acogerse a la regularización pusieron el grito en el cielo. Pero, por supuesto, siguieron regando.

2014 no es solo esa nueva referencia que pretende tomar el Parlamento andaluz y defiende el gobierno de Juan Manuel Moreno Bonilla, apoyado por Alberto Núñez Feijóo. En 2014 se inició el procedimiento de infracción contra España de la Comisión Europea, a instancias de una denuncia de WWF, por la sobreexplotación de los acuíferos de Doñana, incumpliendo las directivas sobre aves y hábitats y la Directiva Marco del Agua, que acabó derivando en una sentencia condenatoria contra España del Tribunal Superior de Justicia de la UE.

Sobre el terreno, en noviembre de aquel año 2014, tres agentes medioambientales que inspeccionaban el terreno eran agredidos en Lucena del Puerto, una de las zonas con mayor número de explotaciones irregulares, por unas 200 personas procedentes de las explotaciones cercanas convocados por Whatsapp. El 21 de septiembre de 2018, uno de ellos acudía, sorprendentemente en solitario, a inspeccionar pozos en la zona del Puerto de Lucena y era rodeado y retenido entre amenazas por los regantes que, en cuanto detectaron su presencia, regaron de mensajes sus canales de chat y acudieron en masa al punto en el que se encontraba. Lo tuvo que sacar de allí la Guardia Civil después de que lograse llamar al 112. Tuvo que recibir atención médica.

En los documentos de trabajo del plan de tercer ciclo de la CHG, en la ficha del Esquema de Temas Importantes (ETI) dedicada a Doñana aparece, entre mapas de isopiezas y explicaciones técnicas de formación de conos de depresión piezométrica, algo mucho más humano: una llamada casi de auxilio a los riesgos de vigilar el Parque Nacional. Y no es la primera vez que aparece en los documentos de la CHG un párrafo similar alertando de “la crisis en la gobernanza que se produce en la zona, con crecientes dificultades por parte del personal de la Confederación Hidrográfica para ejercer sus funciones de vigilancia y guardería y que ha provocado situaciones de acoso como la que tuvo lugar en septiembre de 2018”.

Luchar contra ese regadío irregular no ha sido fácil. Para empezar porque no se han puesto los medios suficientes y actuar sobre el terreno se convirtió en una actividad de alto riesgo.

LAS MENTIRAS DE LA PROPUESTA DE PP Y VOX

Dice la propuesta de ley del Parlamento de Andalucía, cuya puesta en consideración ha sido aprobada esta pasada semana, que “resulta llamativo que se tomara como fecha de efectos 2004” para regularizar el regadío junto a Doñana, cuando el Plan de la Fresa “no se publicó en BOJA hasta el 30 de diciembre de 2014, es decir, más de diez años después”. Esa fecha de “2014, es la que en buena lógica de técnica legislativa debería haber sido la propuesta”. Lo que está pidiendo es que se den por buenos los nuevos regadíos irregulares que siguieron creciendo cuando ya era evidente el daño a Doñana, que había motivado la aprobación del POTAD y derivaría en la apertura de expediente de Europa.

La proposición de Ley de PP y Vox en Andalucía se dirige a esos agricultores que en 2004 y a pesar del POTAD siguieron arrancando árboles para plantar fruto rojo. Cuando la propuesta dice que “el Plan especial vino a dotar y regularizar jurídicamente una parte concreta de la actividad agrícola” pero que “no dio respuesta a todos los problemas” porque “muchas hectáreas que tradicionalmente eran objeto de cultivos en regadío pasaron por la Administración autonómica a considerarse no aptas para el mismo”, en ese “tradicionalmente” lo que se está contemplando es regularizar a agricultores que pusieron en riego terreno no regable con posterioridad a 2004.

La propuesta argumenta su legitimidad, a pesar de la situación de Doñana y de la procedencia irregular de los cultivos que pretende regularizar, en que, “al igual que en un momento se entendió que era adecuado fijar la fecha en el año 2004, con el devenir de los tiempos y casi veinte años después, la sociedad andaluza, representada por sus legítimos dirigentes, puede considerar adecuado que se aplique otro criterio temporal”. Veinte años después en los que, si algo ha cambiado además del color del Gobierno autonómico, es que la situación del acuífero de Doñana ha empeorado, que pesa una sentencia contra España y que la falta de lluvias exacerbada por el cambio climático amenaza con empeorar la situación.

La propuesta de PP y Vox se arroga además una competencia que no le pertenece, como ya ocurrió hace más de una década por parte de la Junta, pero esta vez por la puerta de atrás: el agua.

Por otra parte, la presentación de este cambio legislativo mediante una proposición de ley por la vía de urgencia en lugar de un proyecto de ley implica que no se requieran informes técnicos y la participación pública. Estos mecanismos legislativos actúan como filtros que ayudan a garantizar la calidad de la norma y que se tome en cuenta a expertos en la materia.

Declarar suelos regables con agua superficial y dejarlos seguir regando con agua del acuífero de Doñana

A sabiendas de que no puede dar concesiones de agua, lo que hace la proposición del Parlamento andaluz es indicar las que se tienen que dar a esos terrenos al identificarlos como “suelos regables con aguas superficiales”. Es un modo de decir que no están incrementando el daño al acuífero a pesar de tener que reconocer que ese cambio de ordenación “no confiere de forma automática el derecho al uso del agua superficial”, algo que solo puede hacer “la Administración hidráulica correspondiente”, es decir, la CHG.

Pero no hay agua superficial para sustituir la que riega el fruto rojo en Doñana. Ni la legal ni la que no lo es. El Congreso de los Diputados aprobó a finales de 2018 mandar más agua de otras cuencas para sustituir por agua superficial las extracciones de los pueblos del Condado de Huelva que esquilmaban el acuífero Almonte-Marismas. Una transferencia de 19,99 hm3 desde la demarcación de los ríos Tinto, Odiel y Piedras, que incluía los 4,99 hm3 aprobados en consejo de ministros en 2008.

Las obras para hacer llegar esa cantidad de agua se declararon de Interés General del Estado. Aún no se han realizado.

En 2022, el Gobierno aprobó la declaración ambiental para ampliar el túnel de San Silvestre, infraestructura clave para la transferencia. A finales del año pasado, la CHG sacó a licitación un estudio (presupuesto de licitación de 177.870 euros) “para analizar todas las opciones posibles para que puedan llegar los casi 20hm3”. Es en ese retraso en el que ha arraigado la posibilidad de meter más tierras que puedan optar a esa agua, pretendiendo equiparar los cultivos previos a 2004 y con concesión de agua regularizada con los que crecieron después del POTAD sin base en el plano ni concesión de agua legal. La pelota se lanza inmediatamente después al tejado del Gobierno central: “Sin el concurso del Estado y de la CHG no será posible que el agua superficial llegue a estos pueblos”. Y es “competencia y responsabilidad exclusiva del Estado posibilitar el cese de los sondeos, la eliminación de las captaciones y la llegada de agua superficial”.

Entrevista realizada, a finales de 2022 a Manuel Delgado, portavoz de la Asociación de Agricultores Puerta de Doñana

Pero la realidad es que, incluso el agua prevista, no es suficiente para sustituir las extracciones de agua subterránea del acuífero de Doñana del cultivo con concesión de agua. Según explicó a DATADISTA Manuel Delgado, portavoz de la Asociación de Agricultores Puerta de Doñana, que engloba unas 4.200 hectáreas de regadío (el 52% de las que regularizó el Plan de la Fresa de 2014) “de los 19,99 hm3 previstos, ya hay adjudicados 7hm3 y quedan disponibles 13. Con 13hm3 se riegan escasamente de 2.000 a 2.500 hectáreas. No se riega más. Y aquí en la zona tenemos 4.200 hectáreas. Si se siguen adjudicando recursos en la zona norte (donde se encuentra la mayor parte del regadío fuera de ordenación), al corazón de Doñana no va a llegar nunca el agua”.

Y la otra realidad es que con la proposición de Ley del Parlamento andaluz y la expectativa de recibir agua legal ya creada, se está dando por bueno que hasta que llegue el trasvase se va a mantener la situación de ilegalidad de las extracciones de agua en los terrenos que ahora se quieren convertir a regables.

Niveles de sequía en Andalucía en marzo de 2023 | Fuente: Junta de Andalucía

Otra de las debilidades de la proposición es que, a pesar de que la cuenca del Tinto, Odiel, Piedras siempre se ha considerado una cuenca excedentaria de agua, como señala el texto, la sequía hizo activar el año pasado el Plan de Sequía de la demarcación debido a la situación de los pantanos y pozos de abastecimiento de la provincia de Huelva más cercanos a Doñana. El recorte de agua para los agricultores se situó entre un 15% y 25% en el actual año hidrológico. La sequía se extiende por buena parte de España y hablar de cuencas excedentarias cada vez tiene menos soporte en la realidad.

Dentro de los frutos rojos y en concreto en el caso de la fresa, la cantidad de agua necesaria para la produción agrícola está estimada en 4.500 m3 por hectárea. Los agricultores de la Corona Norte de Doñana consideran que con menos agua no se puede producir. Por tanto, un recorte de un 25% de agua significa tener que dejar en barbecho una extensión de terreno equivalente.

Qué le pasa a Doñana

EL ACUÍFERO DE DOÑANA
Debajo de Doñana se encuentra el llamado acuífero 27 que para su gestión y control se ha dividido en cinco masas de agua subterráneas. Tres de ellas se encuentran en mal estado cuantitativo debido fundamentalmente a las extracciones masivas.

Además, La Rocina, sobre la que se sitúan las parcelas agrícolas del Plan Especial de la Corona Norte de Doñana, también se encuentra en mal estado cualitativo debido a la contaminación por nitratos.
CONTAMINACIÓN POR NITRATOS
Los terrenos tanto fuera como dentro del Parque Nacional de Doñana se encuentran contaminados por nitratos. Son Zonas Vulnerables a Nitratos debido al uso masivo de fertilizantes nitrogenados en parcelas agrícolas y los excrementos de la ganadería. El nitrato presente en el suelo es el principal causante de la contaminación de los acuíferos.













El antiguo Acuífero 27 o Acuífero de Doñana, también conocido como Almonte-Marismas, está dividido actualmente en cinco masas de agua subterránea para su mejor evaluación: Almonte, Marismas y La Rocina (declaradas las tres en mal estado cuantitativo y la última también químico); Marismas de Doñana (situada debajo aunque muy aislada de la marisma por el suelo arcilloso y considerada en buen estado) y Manto Eólico de Doñana. Este último es el que tiene relación con las lagunas peridunares de las que la más importante es Santa Olalla y a la que, a pesar de declararla en buen estado cuantitativo, se atribuye presión significativa por abastecimiento urbano por la afección del núcleo turístico de Matalascañas, que llega a concentrar 160.000 habitantes en verano. Santa Olalla, considerada laguna permanente, se secó el verano pasado, lo que hizo que se activaran las alarmas desde la Estación Biológica de Doñana.

En su estado previo a las grandes transformaciones ocurridas desde mediados del siglo pasado, la marisma de Doñana estaba alimentada sobre todo por aguas superficiales procedentes en su mayoría del río Guadiamar (200 hm3) y en mucha menor medida del Guadalquivir. Pero como en otros ejemplos de relación entre agua subterránea y superficial, el afloramiento de acuíferos en superficie también hacía que le llegase agua subterránea a través del arroyo de La Rocina y el del Partido, junto a aportaciones menores de otros arroyos. Las aguas se acumulaban entre seis y nueve meses al año en la cubeta de la marisma, con una amplia zona arcillosa impermeable y plana.

El hormigón fue cortando el camino original del agua superficial hacia la marisma hasta que en los años setenta del siglo pasado la desconectó por completo del cauce del Guadiamar, dejando la entrada de agua reducida a la pluviometría y los arroyos, alimentados a su vez por las aguas subterráneas. De los 289hm3/año que recibía la Marisma se pasó a 82hm3/año, explica la CHG.

El aporte de las aguas subterráneas venía principalmente por los afloramientos en superficie del agua de los acuíferos al norte (zona denominada Ecotono norte) y al oeste (Vera-Retuerta) de la marisma. Es allí donde las extracciones masivas han provocado “la formación de dos grandes conos de depresión piezométrica, con descensos del nivel del agua de más de 15 metros”. En el norte, “han desaparecido rezumes y espacios húmedos” y se ha producido “una disminución del flujo del arroyo de La Rocina”, que alimenta la marisma. Todo ello podría suponer toda una reorganización del flujo subterráneo del agua, asegura la CHG.

Los manantiales de Vera-Retuerta al oeste, por su parte, se han visto impactados especialmente en la zona próxima al complejo turístico de Matalascañas.

Una batería de cinco pozos que abastecen la zona turística ha ido afectando a las lagunas, primero con la desaparición de Brezo en los ochenta, de Charco del Toro y, en menor medida, de Taraje y Zahillo. Y el verano pasado incluso “Santa Olalla, una de las zonas más valiosas del Parque”, según la CHG. No ha sido la primera vez que se ha secado, ya ocurrió otras dos veces, en los ochenta y la sequía de los noventa del siglo pasado, pero sí más rápido.

Ese proceso ha sido estudiado en profundidad por un estudio publicado en Science of the Total Environment, hecho público esta semana, y en el que se recogen “34 años de monitorización que revelan los efectos a largo plazo de las extracciones de agua en un humedal Patrimonio Mundial de la Humanidad”. Han estudiado las tendencias y causas a largo plazo de la desecación y el área inundada máxima en 316 lagunas localizadas en el Parque Nacional de Doñana separando los efectos provocados por la actividad humana de los derivados del clima, utilizando 442 imágenes satelitales Landsat. La conclusión: el 59,2% de la red lagunar de Doñana se perdió entre 1985 y 2018. “Se consideran lagunas ya desecadas porque no se han inundado al menos desde 2013. Además, el 80 % de las lagunas de Doñana está experimentando anomalías negativas de inundación, estando muchas de ellas cubiertas ahora por vegetación terrestre. (…) Las extracciones de agua subterránea tuvieron efectos perjudiciales en todas las lagunas y amenazan la integridad del ecosistema”.

A la sobreexplotación se ha unido la contaminación por nitratos derivada de la agricultura intensiva que ha situado en mal estado químico la masa de La Rocina. De los puntos de medición se han detectado 4 con altas concentraciones de nitratos tanto aguas arriba como aguas abajo y en el punto de medición que coincide con el cono del sector norte se dobla el límite legal (100 mg/l).

En el siguiente mapa se puede explorar la situación de cada masa tanto en cantidad como calidad, el peso de las extracciones respecto al agua que es capaz de reponer de forma natural, así como aquellas masas con impactos de magnitud suficiente como para ponerlas en riesgo.

MAPA INTERACTIVO: Conoce el estado de las aguas subterráneas

Buen estado
Mal estado
Mal estado con prórroga más allá de 2027
Situación de las masas de agua subterránea según los planes de tercer ciclo de las Confederaciones hidrográficas
IMPACTOS DESCRIPCIÓN DEL RIESGO DE NO ALCANZAR EL OBJETIVO MEDIOAMBIENTAL
N Contaminación por nutrientes, sobre todo nitratos de abonos y excrementos de animales, por encima del límite legal (50 mg/l) o cerca del límite y con evolución ascendente.
L Descenso del nivel freático (profundidad del acuífero, volumen de agua) debido a extracciones.
C Contaminación química distinta a nutrientes (sobre todo plaguicidas pero también metales, hidrocarburos…) por encima del límite legal o cerca y con evolución ascendente.
E Afección a ecosistemas terrestres dependientes del agua subterránea.
M Contaminación microbiológica.
O Contaminación orgánica.
Q Disminución de la calidad del agua superficial asociada por impacto químico o cuantitativo.
I Alteraciones de la dirección del flujo de agua por intrusión salina.
S Intrusión o contaminación salina.
T Otro tipo de impacto significativo.

La relación entre agua superficial y subterránea es enorme. Los acuíferos sostienen el caudal de los ríos, hacen brotar manantiales, fuentes y crean humedales. Su estado de degradación ya ha sido capaz no solo de secar aguas superficiales y de transformar en sistemas lacustres corrientes que afloraban antes en forma de río, la intrusión salina en los acuíferos costeros debido a su vaciado por sobreexplotación ha hecho que su agua tampoco sea ya útil ni para beber ni para riego si no se desalobra antes.

El dinero de Europa

El pasado 30 de noviembre, la vicepresidenta Teresa Ribera anunciaba una inversión de más de 356 millones de euros para la restauración ecológica de Doñana. Una de las partidas más relevantes (142,1 millones) irá a cumplir con la obligación de saneamiento y depuración de las aguas residuales que le está costando a España una multa semestral de la Comisión Europea por incumplimiento de la normativa comunitaria, así como a eliminar nitratos y fósforos procedentes del regadío. Se incluye la ampliación de la Estación Depuradora de Matalascañas, dos nuevas estaciones en los municipios sevillanos de Isla Mayor y Gerena, así como la reforma de las de Lucena del Puerto (Huelva) y Sevilla.

Otra parte importante irá a las infraestructuras citadas para llevar agua superficial al regadío del entorno de Doñana y a Matalascañas que sustituya las extracciones de agua subterránea.

Se van a dedicar 7,8 millones de euros al cierre de pozos ilegales.

El plan del Miteco ha incluido la posibilidad de comprar fincas a los regantes, una opción que desaconsejaban los documentos de Tercer Ciclo de la CHG por lo costosa que se había demostrado tras la compra de la finca Los Mimbrales por 50 millones de euros en tiempos del Gobierno de Mariano Rajoy. Esta vez se reservan hasta 100 millones de euros para este fin.

APRENDER DEL MAR MENOR

Uno de los argumentos más utilizados para explicar cómo perduran en el tiempo los pozos y plantaciones ilegales en este país es el estado de derecho altamente garantista, los recursos que prolongan durante años los expedientes en los juzgados.

En una entrevista con DATADISTA, el presidente de la Confederación Hidrográfica del Segura, Mario Urrea, reconoció que, después de décadas sin cerrar el grifo al regadío ilegal, a raíz de las últimas crisis del Mar Menor pero sobre todo tras los últimos apercibimientos desde Bruselas, aprendieron a cerrar el grifo. ¿Cómo? Acompañando la apertura de expedientes con medidas cautelares de corte del suministro que ya han permitido cortar el riego a más de 8.000 hectáreas en el Campo de Cartagena. Aunque ha habido recursos, los tribunales le están dando la razón esta vez al organismo de cuenca. Es decir, sí se puede.

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