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PFAS: el rastro de los contaminantes eternos en España

Son el escudo que hace que el huevo no se pegue a la sartén, que el mantel o la tapicería no se manchen, que la lluvia no traspase ropa o calzado, que la espuma de los extintores atrape el fuego. Los compuestos poli- y perfluoroalquilados (PFAS, por sus siglas en inglés) se utilizan desde hace décadas para la fabricación de infinidad de materiales y productos como el teflón, el Gore-Tex, espumas anti-incendios, prendas y zapatillas deportivas, bolsas de palomitas para el microondas o cajas para pizzas, implantes, refrigerantes, productos electrónicos y todo tipo de material de construcción.

Son un pedazo de invento. Una barrera orgánica y casi irrompible hecha de átomos de carbono en cadena, más o menos larga, amarrados a átomos de flúor que los cubren. El ser humano los sintetizó por primera vez por casualidad en los años treinta del siglo pasado y desde entonces se han aplicado a numerosos usos que han facilitado la vida, han creado una inmensa y lucrativa industria y miles de puestos de trabajo, al tiempo que iban generando un gigantesco riesgo para el medioambiente y para la salud humana. Porque son el químico más persistente conocido y no se biodegradan. Se van acumulando en el medio ambiente, en el agua, el suelo y también en el organismo, incapaz de eliminarlos salvo muy lentamente mientras le llegan desde la comida, el agua de beber, el polvo de los hogares, las superficies de los materiales fabricados con ellos. Y son altamente tóxicos.

Según la propuesta de prohibición que la ECHA (Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas) tiene actualmente en consulta pública, de seguir el ritmo actual de emisión de PFAS, en un periodo de 30 años se habrán sumado 4,5 millones de toneladas, contando solo las que provocan las fases de producción y durante su uso, no las que proceden de vertederos y otros puntos de desecho. “La monitorización de los PFAS ha demostrado su distribución ubicua en el entorno, alcanzando a organismos vivos, fuentes de agua de abastecimiento humano, cosechas, así como en zonas remotas, lo que garantiza que generaciones de hoy y futuras estarán expuestas a sus efectos de forma inevitable e irreversible”, advierte la propuesta.

Hoy la ciencia ya ha probado que a partir de ciertos niveles afectan al sistema inmunológico, llegando a provocar ineficacia de las vacunas en niños; al metabólico, al reproductor, al cardiovascular, actúan como disruptor endocrino y se han relacionado con diferentes tipos de cáncer, con especial efecto en algunos órganos cuando se ha probado en animales. Su presencia aumenta con la edad y lo hace más en hombres que en mujeres durante la etapa fértil de estas, que los eliminan por la menstruación y con la leche materna. Los más conocidos y estudiados, PFOS y PFOA, ya han sido prohibidos pero su persistencia y capacidad de transporte, unida al extendido uso que se ha hecho de ellos hacen que sigan apareciendo en todos los análisis. Junto a ellos, la ECHA calcula que hay otros 10.000 tipos de PFAS y están en todas partes, menos en el debate público.

La industria no ha parado de sintetizar versiones aprovechando que las prohibiciones hasta ahora se han hecho compuesto a compuesto y hay poca información de los efectos y los niveles de seguridad de esas nuevas versiones.

En vista de la falta de datos que mostrasen la magnitud del problema a nivel europeo, esta investigación ha reunido a medios de toda Europa para lograr el mapa más completo elaborado hasta la fecha de los puntos donde se ha detectado presencia de PFAS. No significa ni mucho menos que estén todos los que son, precisamente por la falta de estudios sistemáticos incluso allí donde la presencia de PFAS es más que probable, pero sí son todos los que están.

UNA LARGA HISTORIA DE OCULTACIÓN

El pulso con la industria ahora que Europa se plantea la prohibición promete ser duro, aunque dentro de la propuesta de prohibición vaya ganando fuerza la opción de que sea con amplias moratorias que minimicen el impacto económico. La industria lleva escatimando información sobre PFAS desde hace décadas con la complicidad de la falta de controles públicos y la escasez de estudios. España, por ejemplo, empezará a medir los niveles de PFAS en el agua del grifo el año que viene. Encuentre lo que encuentre, no está obligada a cumplir con los valores límite hasta el año siguiente, 2025. Esta es la historia de un enfrentamiento desigual en cuyos inicios tuvieron un especial protagonismo un solo hombre y su abogado, y que ha llevado a que ahora Europa estudie una propuesta de prohibición total de los PFAS y a que en EEUU las empresas químicas que los producen estén cerrando acuerdos extrajudiciales milmillonarios para evitar procesos que las obliguen a limpiar las aguas y suelos ya contaminados.




Se han encontrado PFAS en zonas remotas como el Ártico.

Esta historia empieza aparentemente muy lejos, en West Virginia (EEUU), a mediados de los años noventa del siglo pasado, en las orillas de un lago cerca del río Ohio donde Earl Tennant, granjero, ve agonizar a una de sus vacas. Una más.

Ya van 100 terneros y 50 vacas. En dos años, su cabaña se ha quedado reducida a la mitad.
Earl se ha dirigido a todo organismo competente para que busque la causa. No son solo sus vacas. Ciervos, pájaros, peces, animales salvajes han ido apareciendo muertos junto al arroyo y en los terrenos cercanos. Nadie acude por sus tierras a analizar qué pasa.

Está convencido de que lo que mata a su ganado tiene que ver con la tubería de la química Du Pont de Nemours (Dupont), por la que ve salir un agua con espuma que ha ido creando una costra en la superficie del lago.
Ningún abogado local quiere ir contra la gran empresa química que ha traído riqueza y trabajo a la región. Earl decide reunir las pruebas él mismo. Lo anota todo, realiza autopsias caseras a sus animales muertos en cuyo interior encuentra órganos deformados, con extrañas texturas y colores. Empieza a grabar lo que ve cada día en sus tierras.













Cuando, en octubre de 1998, recorre las tres horas y media en coche desde su granja hasta Cincinnati y se ve por primera vez con el abogado Robert Bilott, ninguno de los dos sabe nada de PFAS.

No saben que lo que conocen como teflón, que se fabrica en la fábrica de Dupont, fue una de las estrellas de la Segunda Guerra Mundial cuando la empresa, como el resto de la industria química, pasó a integrarse en el proyecto secreto Manhattan para fabricar la bomba atómica.
Tras ser sintetizado por accidente, aquel elemento inerte, que no reaccionaba a nada, no se fundía ni descomponía, fue el único compuesto capaz de contener y aislar los productos corrosivos necesarios en los procesos de enriquecimiento del plutonio y el elemento ideal para los depósitos de combustible de los aviones.
Cuando termina la guerra y Dupont se reconvierte a la industria civil, su teflón se seguirá fabricando para otros muchos materiales de uso industrial y doméstico. Los PFAS que utiliza Dupont, los que sintetiza 3M, el otro gran fabricante, se integran cada vez en más y más sectores y productos.
Bilott pide que le envíen toda la documentación relativa a las sustancias que se vierten en las aguas y terrenos en torno a la fábrica de Dupont pero si no sabe la sustancia concreta, le responden, no le pueden dar información. El abogado logra que el juzgado obligue a Dupont a enviarle documentación y la empresa le entierra en decenas de miles de documentos técnicos que tendrá que examinar día y noche.

Entre las torres descubre una carta de Dupont a la Agencia de Protección Ambiental de EEUU (EPA) del 23 de junio de 2000. Asunto: Ammonium Perfluorooctanate (APFO).
Es un químico por el que la EPA ha preguntado a Dupont para saber si está fabricando o utilizando algo similar a un elemento tóxico que la compañía 3M ha anunciado que va a dejar de fabricar: el PFOS. Dupont tiene un compuesto de la misma familia con el que fabrica su producto estrella, el teflón. Lleva monitorizando muestras de los empleados que trabajan con él desde 1981. Razón: es tóxico.

A Earl no le dicen nada al respecto. Un estudio compartido de Dupont y la EPA le acusa de ser el causante de la muerte de sus vacas por atención inadecuada.
Bilott encontrará otro documento clave. Un borrador de nota de prensa de 1989 que nunca se mandó, junto a un argumentario para explicar por qué Dupont había comprado terrenos con los pozos de los que bebía la población de la zona. Se habían visto afectados por los vertidos de la química. En agosto de 2001, alrededor de 80.000 personas representadas por Bilott, se unieron en una demanda colectiva contra Dupont por haber contaminado con PFOA el agua de la que se abastecían. 3.500 de esas personas aceptaron esperar a las conclusiones de un estudio científico que, de confirmar el vínculo del PFOA con enfermedades humanas, obligaría a Dupont a pagar sus gastos médicos de forma vitalicia.

Siete años después, el panel científico concluyó que existía un vínculo probable entre el PFOA y seis enfermedades humanas: malformaciones de nacimiento, cáncer de riñón, enfermedad de la tiroides, colitis ulcerosa, hipertensión inducida durante el embarazo. DuPont siguió litigando.













Esta historia ha sido narrada por el propio Bilott en su libro Exposure y en la película basada en el mismo Aguas Oscuras. PFOS y PFOA están actualmente prohibidos pero su acumulación hace que sigan extendiéndose por el mundo. Mientras, los fabricantes han sintetizado otros muchos PFAS, de los que la ECHA calcula que existen unos 10.000. ¿Dónde están ya presentes?

Más de 25 años después de que Earl empezase su lucha, en 2023, la ECHA tiene desde marzo en consulta pública una propuesta impulsada por cinco países -Dinamarca, Alemania, Países Bajos, Noruega y Suecia- para prohibir los PFAS. “La principal preocupación (...) es su altísimo nivel de persistencia, que va más allá del criterio definido como muy persistente en la normativa comunitaria. PFAS y sus derivados pueden permanecer en el medio ambiente más que ningún otro compuesto químico conocido sintetizado por el ser humano. La preocupación se incrementa porque los PFAS son bioacumulativos, tienen una alta movilidad y capacidad de transporte (...) y tienen efectos tóxicos en la salud humana”, según el texto de la propuesta de la ECHA para su prohibición.

Todos los estudios amplios de biomonitorización en personas, incluido el único que se ha hecho en España a nivel nacional y con franjas de edad de los 18 a los 65 años, han arrojado cerca de un 100% o un 100% de muestras con alguna variedad de PFAS. Usted que lee este trabajo, es muy probable que tenga PFAS. También otros químicos y metales que ha asimilado con la comida, el agua, por el aire... no necesariamente en unos niveles que vayan a provocar un efecto adverso. La pregunta siempre es cuánto. La respuesta la mayoría de veces no existe. Porque los controles son mínimos y los estudios, escasos, segmentados, regionales.

Los PFAS se liberan al agua, al aire, al medio ambiente en general, tanto a través de los vertidos de los fabricantes, como mientras se usan en los hogares productos que los contienen. “Si estas sustancias y los resultantes de su degradación siguen liberándose en el medio ambiente, la concentración se incrementará porque en PFAS no se produce la mineralización de otros compuestos químicos en condiciones naturales. (...) Una vez liberados en el medioambiente, la eliminación de los PFAS del agua superficial, el agua subterránea, el suelo, los sedimentos y la biota es extremadamente complicada desde un punto de vista técnico y muy costosa desde el punto de vista económico, si es que acaso es posible”, continúa la propuesta.

EN BUSCA DEL MAPA ESPAÑOL Y EUROPEO DE LOS PFAS

Julián Campo, investigador doctor senior del Centro de Investigaciones sobre Desertificación (CIDE, CSIC-UV-GVA) ha participado en varios estudios sobre la presencia de PFAS en aguas superficiales y sedimentos en la última década. En uno de ellos se tomaron, en octubre de 2010, 40 muestras para analizar 21 sustancias PFAS diferentes en agua, sedimentos y biota del río Llobregat y sus afluentes. En todas había PFAS, más cuanto más cerca de fábricas de curtidos de piel o textiles, o de industrias alimentarias, más concentrados también en la salida de las ciudades. Los más habituales: PFOS y PFOA. En otro estudio entre 2010 y 2011, se analizaron aguas de entrada, salida y lodos de 16 plantas de tratamiento de aguas residuales localizadas en los ríos Ebro (6), Guadalquivir (5), Júcar (2) y Llobregat (3). Todas las muestras excepto una tenían PFAS. "Las plantas de tratamiento de aguas residuales parecen no ser efectivas en la eliminación de PFAS y, de acuerdo a los datos de monitorización de estudios de todo el mundo, las aguas residuales urbanas son una de las principales fuentes de emisión de estos compuestos al medio acuático, alcanzando potencialmente a las aguas tratadas para consumo humano", señalan las conclusiones del estudio.

Otro estudio muy amplio realizado para medir la presencia de PFAS en el agua y los peces de los ríos Duero, Tajo, Ebro y en las cuencas de Cantabria Oriental y Cataluña realizado con tomas sistemáticas cuatrimestrales desde 2013 a 2020, arrojó niveles de PFAS en el agua por encima del Estándar de Calidad Ambiental europeo en el 51% de las muestras y las mayores concentraciones en los peces en las aguas de los ríos tras su paso por grandes ciudades como Madrid y Barcelona. Una de sus conclusiones, gracias al largo periodo analizado, fue que cuando hay sequía, los PFAS se concentran en el agua.

En España, esta investigación ha recopilado todos los datos de las muestras provenientes de seis estudios científicos, publicados entre los años 2016 y 2023. Esto ha sido posible gracias a que sus investigadores han compartido la ubicación y las mediciones realizadas en cada punto de muestreo. Asimismo, se han recopilado las mediciones positivas de PFAS realizadas en 2020 y 2021 por las confederaciones hidrográficas en aguas superficiales, sedimentos y biota. En total, se han identificado 400 puntos en toda España con presencia positiva de PFAS.

CONTAMINACIÓN POR PFAS
En España, al contrario que ocurre en otros países de Europa, no se realiza un control sistemático de la concentración de PFAS en terrenos, ríos y acuíferos.
Este mapa muestra los puntos de muestreo positivos por PFAS, recopilados de seis estudios científicos publicados entre 2016 y 2023, así como analíticas de 2020 y 2021 realizadas por las Confederaciones Hidrográficas.
CONTAMINACIÓN EN AGUAS SUPERFICIALES
Los principales rios de España como el Guadalquivir, Duero, Tajo y Ebro han dado niveles por encima de los permitidos en PFAS. También se han encontrado contaminación por PFAS en lagos, embalses y presas.
CONTAMINACIÓN EN ESPACIOS PROTEGIDOS
Este mapa muestra los espacios de la Red Natura 2000. Se han encontrado PFAS en espacios protegidos como Doñana, las Tablas de Daimiel o el Mar Menor.
Un estudio reciente del CSIC y SEO/BirdLife ha localizado contaminación por PFAS en 77 Áreas Importantes para la Conservación de las Aves y la Biodiversidad en España (IBA).
CON SOSPECHAS DE CONTAMINACIÓN
En España hay 800 sitios donde las pruebas no han confirmado la presencia de PFAS, pero que se puede suponer que están contaminados en base de investigaciones científicas y asesoramiento de expertos, como bases militares, aeropuertos, gestores de residuos o industrias que manufacturan productos con estos químicos.













Esta investigación forma parte de un proyecto transnacional denominado “The Forever Pollution Project” en el que participan 20 medios de 12 países de toda Europa, incluido Le Monde en Francia, The Guardian en Reino Unido o Süddeutsche Zeitung de Alemania, y del que forma parte DATADISTA y elDiario.es. El proyecto ha logrado generar el mapa más completo hasta la fecha de puntos con presencia comprobada y potencial de estos químicos.

MAPA INTERACTIVO: Conoce los puntos analizados con PFAS en España

Fuente: MITECO y artículos científicos

Un trabajo científico publicado este año ha analizado muestras recogidas en más de 400 puntos para buscar contaminación difusa en 140 Áreas Importantes para la Conservación de las Aves y la Biodiversidad (IBA). Este es el primer informe a gran escala que examina la contaminación difusa en los espacios naturales de España. Entre los contaminantes analizados se encuentra una muestra de los PFAS más representativos del mercado. El 77% de los espacios naturales analizados en España contiene niveles de contaminación por PFAS, representando el 55% del total de las IBAs analizadas. Entre ellos se encuentran algunos de los lugares más importantes para la conservación de la biodiversidad del país, como el Mar Menor, Las Tablas de Daimiel, la Albufera de Valencia, las marismas del Guadalquivir, Monfragüe, Las Bardenas Reales, la Bahía de Cádiz, Picos de Europa, las Salinas de Santa Pola o el Delta de l'Ebre, entre otros.

Según las conclusiones del estudio, las áreas afectadas por este tipo de contaminación difusa están asociadas principalmente con el abandono y la gestión inadecuada de residuos. En total, se analizaron 119 contaminantes, entre ellos 17 tipos diferentes de PFAS, seleccionados por su alto nivel de toxicidad y su potencial efecto negativo sobre hábitats y especies, además de la presencia de meso y microplásticos. Solo cuatro de las áreas estudiadas están libres de contaminación.

De los 17 PFAS analizados, se han encontrado concentraciones significativas en cuatro de ellos: PFOA, PFOS, PFBA y PFHxA. En el caso de los PFOS, la normativa europea considera un valor de riesgo si se halla en concentraciones superiores a 0,65 ng/L. En todas las muestras analizadas en este estudio donde se encontró este compuesto, se superaba este valor.

Para este estudio, se tomaron tres muestras en tres puntos diferentes en cada IBA: un primer punto donde visualmente se veía contaminación, otro punto al lado de una EDAR y un tercer punto a 500 metros de una EDAR. Los datos de campo y las concentraciones detectadas muestran cierta correlación entre la presencia de PFAS en el medio ambiente en puntos cercanos a efluentes de depuradoras, en presencia de basuras y en lugares donde se realizan actividades deportivas o de montaña.

Este trabajo se enmarca en el Proyecto LIBERA, que, desde 2017, desarrolla SEO/BirdLife en alianza con Ecoembes. Ha sido realizado por técnicos de la organización conservacionista en colaboración con el Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (IDAEA-CSIC) y el Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC-CSIC).

Octavio Infante, responsable del programa de conservación de espacios naturales de SEO/Birdlife y uno de los responsables del estudio, muestra su preocupación porque su estudio indica que “prácticamente todos los ríos de España tienen algún tipo de contaminación difusa en sus aguas”.

En el caso de los PFAS, la presencia de altas concentraciones en puntos cercanos a depuradoras también aparece en las investigaciones en las que ha participado Julián Campo. Actualmente, uno de los focos principales de investigación es la selección de tecnologías adecuadas para eliminar los llamados compuestos emergentes de las aguas residuales. “Los estudios de laboratorio han demostrado capacidad para disminuir significativamente los niveles de contaminantes. Sin embargo, el proceso de escalar estas soluciones desde un entorno de laboratorio hasta una depuradora implica una inversión financiera significativa. Este es un tema en constante evolución, se están explorando opciones como las membranas y otros procesos. Sin embargo, todavía no se ha implementado plenamente en las plantas de tratamiento de agua”, explica Campo.

Koldo Hernández, de Ecologistas en Acción, organización que lleva mucho tiempo analizado la presencia de sustancias tóxicas en el agua, explica que "España hace un gran esfuerzo en la vigilancia de las aguas superficiales pero desde nuestro punto de vista, es totalmente insatisfactorio. Los análisis se enfocan principalmente en vigilar sustancias prohibidas pero se presta mucho menos esfuerzo e interés en controlar las sustancias en uso, como podría ser el caso de los PFAS". Según Hernández, parte de esta situación se debe a la Directiva Marco del Agua. "La directiva obliga a los estados miembros a analizar una serie de sustancias prioritarias, pero tiene una gran desventaja porque, al centrarse en este listado de sustancias prohibidas desde hace décadas, todo el esfuerzo analítico se concentra en ellas".

PFAS EN LA POBLACIÓN ESPAÑOLA

“Cuando vimos la importancia que estaban adquiriendo los PFAS y dado que nos llegaba mucha más literatura científica, decidimos analizar en una submuestra también los PFAS. Hubiera sido un estupendo aviso para que se hubieran incluido en la regulación de agua” de beber. "Cuando lo han incluido en la regulación del agua, nosotros ya teníamos datos de que los españoles teníamos PFAS en 2009 y ya teníamos datos de que eso estaba asociado con el agua de bebida."

Argelia Castaño es doctora en Ciencias Biológicas, profesora de investigación del Instituto de Salud Carlos III y ha sido directora del Centro Nacional de Sanidad Ambiental de 2015 a 2022. En la primera década de este siglo lideró el único estudio que se ha hecho hasta ahora en España a nivel nacional de la presencia en suero sanguíneo de la población española de los químicos incluidos en el Convenio de Estocolmo, es decir, aquellos declarados como contaminantes orgánicos persistentes.

Entrevista con Argelia Castaño, doctora en Ciencias Biológicas, profesora de investigación del Instituto de Salud Carlos III y exdirectora del Centro Nacional de Sanidad Ambiental

Aunque por entonces todavía no estaban clasificados en Estocolmo, que define en sus anexos A y B los químicos cuya producción y uso se prohíbe o restringe respectivamente, el equipo al frente de aquel proyecto español, denominado Bioambient.es y cofinanciado por el Ministerio de Medio Ambiente, decidió aprovechar la amplia recolección de muestras para analizar otro tipo de compuesto más del que cada vez llegaba más literatura científica: los PFAS. Y acertaron.

De los 1.892 voluntarios que participaron en el estudio, para el que se aprovecharon los reconocimientos médicos laborales de seis mutuas con presencia en toda España (daban servicio a más de 436.000 empresas de todos los sectores y reaizaban más de 650.000 reconocimientos médicos anuales), se hizo una submuestra con 755 para analizar PFAS. Gente de toda España, de ambos sexos (404 mujeres y 351 hombres), con un rango de edad entre 18 y 65 años, ocupaciones muy diversas, todo el mundo tenía PFAS y en la práctica totalidad se detectaron dos de sus versiones: PFOS y PFOA, los más conocidos, los más tradicionalmente utilizados, los más estudiados. También los que primero se han prohibido. El 100% de las muestras de aquel estudio de hace más de una década detectaron PFOA; el 99,7%, PFOS; el 99,9%, PFNA. Otros dos PFAS aparecieron en el 84,8% y el 86,4% de las muestras.

En mayor o menor medida, más cuanta más edad dada su capacidad de acumularse, más en hombres que en mujeres en edad fértil (que lo eliminan con la menstruación y la leche materna), especialmente en Cataluña y Galicia, todo el mundo había retenido ya en el organismo cierta cantidad de alguna de las 6 versiones analizadas entonces de ese químico irrompible incapaz de biodegradarse.

El estudio, a nivel nacional y con esa dimensión y amplitud, nunca se repitió.

"PFAS tenían todos. Todos tenemos PFAS", comenta Castaño. Que añade que "a medida que se va conociendo más, se van viendo lamentablemente mayores efectos, porque nunca nos encontramos con la sorpresa de decir que nos equivocamos, que esto no hace nada. Cada vez hay más estudios epidemiológicos y cada vez es más sencillo encontrar vínculos entre la exposición y los efectos".

EL PROBLEMA DE LA FALTA DE CONTINUIDAD EN LOS ESTUDIOS

Desde que se realizó Bioambient.es, Argelia Castaño lleva peleando junto a otros científicos para que se repitan de forma periódica estudios de biomonitorización similares, para saber lo que acumulamos en el cuerpo según el sexo, la edad, el lugar de residencia, los hábitos de consumo. No solo PFAS, también metales, otros químicos… "Es muy triste que se haya hecho solo un estudio nacional de biomonitorización. Es muy triste que no se destine en los Presupuestos Generales del Estado una partida para realizar este tipo de estudios, como se hace en Canadá o en EEUU, porque es lo único que te dice cómo está la población. Tú puedes regular lo que hay en el agua, en el aire, en los alimentos, pero no puedes regular la forma de vida de las personas y este tipo de estudios son los que realmente permiten que el ciudadano pueda modificar sus hábitos de vida".

Ahora se muestra optimista porque a finales del año pasado se aprobó la Comisión Interministerial de Biomonitorización Humana, que va a depender del Ministerio de Sanidad y el Instituto de Salud Carlos III y en el que están involucrados el Ministerio de Transición Ecológica, el de Consumo, el de Agricultura, así como la Agencia de Desarrollo Alimentaria, la Agencia de Medicamentos y Productos Sanitarios y los directores generales de salud de todas las CCAA. Espera que sirva para "establecer de forma periódica estudios sistemáticos en el máximo de CCAA y, si pueden ser a nivel nacional, mejor que mejor".

Otro de los problema es el coste de los patrones que es necesario adquirir para poder detectar un número limitado de PFAS en el laboratorio. “Una de las razones por las que solamente analizamos un determinado número de compuestos es que, para poder saber si el compuesto que estás detectando es efectivamente el que estás buscando, tienes que comprar unos patrones con los que compararlos. Esos patrones son los mismos que se utilizan en la industria y cada patrón es bastante caro, por tanto no es económicamente viable poder analizar dentro de un proyecto mil compuestos”, indica Campo.

Es la misma situación en la que se encuentran otros investigadores. Octavio Infante explica que “si nosotros el día de mañana dejamos de tener financiación del proyecto LIBERA, no vamos a poder seguir haciéndolos. Por eso la implicación de la administración pública es fundamental pero no solo para la identificación de esta contaminación en el medioambiente sino porque también es un problema de salud pública.”

EN 2024 SE MEDIRÁ EL NIVEL DE PFAS EN EL AGUA DE BEBER

Los niveles de PFAS en el agua del grifo en España no se han estado midiendo. Actualmente no se conoce si hay poblaciones que están bebiendo agua con niveles de PFAS por encima de los valores límite establecidos por la normativa europea.

A principios de este año, se ha aprobado el Real Decreto (3/2003), donde se han establecido los criterios técnico-sanitarios de la calidad del agua de consumo, su control y suministro, introduciendo normas más estrictas sobre la presencia de sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas (PFAS) en el agua de consumo. Este decreto se alinea con la Directiva (UE) 2020/2184, que tiene como objetivo mejorar la calidad del agua y garantizar la salud de los ciudadanos en la Unión Europea.

Según la nueva normativa, los operadores de suministro de agua para el abastecimiento humano deberán controlar y analizar cuatro PFAS antes del 2 de enero de 2024, y cumplir con parámetros específicos antes del 2 de enero de 2025. Posteriormente, deberán controlar y analizar un total de 20 PFAS antes del 2 de enero de 2025, cumpliendo con los parámetros para estos antes del 2 de enero de 2026.

Fuentes del Ministerio de Sanidad han explicado a DATADISTA que, en el caso de que durante 2024 existan redes de abastecimiento con niveles por encima de los valores establecidos, "esto no conllevará la declaración del agua como no apta para el consumo humano debido a que la normativa no obliga hasta 2025". Sin embargo, desde Sanidad recomiendan que “los operadores empiecen a trabajar en su mitigación para cumplir con la legislación antes de 2025". Hasta esa fecha, se podrá superar el valor paramétrico sin problemas legales.

La normativa española establece que los valores paramétricos para cada uno de los primeros PFAS no deben exceder los 0,10 µg/L en el agua para abastecimiento humano. No se trata de un límite individual para cada sustancia, sino del valor sumatorio de todas ellas.

Entre 2024 y 2025, se controlarán los siguientes cuatro PFAS, cada uno con un valor paramétrico de 0,07 µg/L:

Posteriormente se deberán empezar a medir y controlar nuevos compuestos de PFAS hasta completar la veintena de diferentes tipos de perfluoroalquilados como el ácido perfluorobutanosulfónico (PFBS), el ácido perfluorodecano sulfónico (PFDS), el ácido perfluorododecanoico (PFDoDA) y el ácido perfluorononanosulfónico (PFNS), entre otros.

El proyecto The Forever Pollution" fue desarrollado inicialmente por Le Monde (Francia), NDR, WDR y Süddeutsche Zeitung (Alemania), RADAR Magazine y Le Scienze (Italia), The Investigative Desk y NRC (Países Bajos) con el apoyo financiero de Journalismfund.eu e Investigative Journalism for Europe (IJ4EU). Posteriormente fue investigado y publicado por Knack (Bélgica), Denik Referendum (Chequia), YLE (Finlandia), Reporters United (Grecia), SRF (Suiza), DATADISTA / elDiario.es (España), Watershed Investigations / The Guardian (Reino Unido); y cuenta con el respaldo de Arena for Journalism in Europe para una colaboración transfronteriza. Aquí puedes leer la metodología completa del proyecto.

Relación de artículos científicos cuyos datos para España han sido compartidos por sus investigadores:

El mapa europeo de Forever Pollution fue desarrollado por Le Monde.

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